Sin embargo, es necesario explicar que el 5G es mucho más que todo eso. Se puede decir que se trata de una tecnología que va a impulsar un gran cambio social y económico, que va a revolucionar nuestras vidas en todos los aspectos, desde el ocio hasta el trabajo. Y, en este punto, es de destacar que el valor añadido que trae consigo no responde a la percepción alarmista que en algunos sectores se tiene de ella. La automatización y la conectividad constantes generan nuevas oportunidades de trabajo, especialmente en la industria, un sector al que el 5G no llegará para «robar» el trabajo a los operarios, sino que les dará más herramientas para que puedan hacerlo de forma segura, efectiva, eficiente y más productiva.
Es decir, cambiará a mejor nuestra manera de trabajar, pues contaremos con asistentes, con servicios que nos ayuden en el día a día. La disrupción en los modelos de negocio de 5G es inevitable y España y Europa debemos liderarla. Si no lo hacemos, seremos controlados económicamente por otras regiones del mundo que no tienen ni el respeto a la privacidad ni los valores éticos europeos.
Pero, para conseguir que todas sus ventajas lleguen a la sociedad y esta pueda disfrutar de ellas, se necesita una total concienciación de los gobiernos, que deben contemplar la nueva tecnología como un elemento que va a aportar valor a la población y no solo como una nueva opción para obtener más dinero de los operadores en las subastas. Y esto, ¿por qué? Pues es bastante sencillo de entender: toda la inversión que el operador realice en la subasta irá en detrimento de la que dedique a la propia red, lo cual perjudica al servicio que ofrezca y, en última instancia, a los ciudadanos, pues se pierde ventaja competitiva.
En este sentido, es justo reconocer también que España lo ha hecho realmente bien en comparación con otros países europeos como Alemania e Italia. Hasta el momento, es el sector privado el que está utilizando el 5G como una tecnología disruptiva con el objetivo de hacer mucho más competitivas a las empresas, que, no lo olvidemos, son las que crean riqueza y empleo. Y, precisamente, esta es una tecnología que generará nuevos conceptos de negocio, ya que viene a reducir tremendamente los costes de nuevas aplicaciones que hacen uso del tiempo real, los datos masivos y el internet de las cosas.
Gracias a la tecnología 5G, el hardware y el modelo de costes se evaporan. La computación que antes se realizaba en dispositivos que usaba y compraba el consumidor ahora se realiza en el borde de la red de telecomunicaciones. Un filón, si el Gobierno facilita el emprendimiento de las «startup» eliminando barreras e incentivando la inversión. No obstante, donde más se va a necesitar la inversión e intervención de las administraciones públicas para permitir que los beneficios sociales que conlleva el 5G lleguen a todos va a ser en el mundo rural, en esa España rural de las dos Castillas, de Aragón, de Galicia, de Andalucía…
Será aquí donde los gobiernos, como ya lo hicieron en su día con el ferrocarril o las redes de electricidad o telefonía, deberán acometer una importante inversión para construir infraestructuras básicas y eficientes que permitan a las empresas desarrollar sus negocios y, a través de ellas, la economía y la sociedad. Hay interesantes desarrollos tecnológicos, como son las plataformas estratosféricas que pueden ayudar a conseguir esto de una manera más eficiente.
Por otra parte, el desarrollo del 5G deberá realizarse dentro de un marco ético y legal que proteja la privacidad y respete los derechos del ciudadano. Algo que en Europa nos tomamos muy en serio, y que nuestros operadores tienen interiorizado, pero a lo que no se da tanta importancia en Asia, por ejemplo, cuyas empresas obviamente también acceden a nuestro mercado.
La tecnología 5G supondrá una gran oportunidad para lograr el Mercado Único Digital europeo. Oportunidad que, si dejamos pasar, aprovecharán otros, que dominarán nuestro mercado y cuyas aplicaciones y dispositivos serán parte de nuestras vidas. Es importante, además, no olvidar potenciar la educación en humanidades y la ética, así como la regulación de los productos tecnológicos cuyo uso pueda generar adicciones en la sociedad. En definitiva, se trata de desarrollar el 5G de forma humana y en el marco de la filosofía del modelo de negocio europeo potenciando el emprendimiento de nuestras empresas.
Luis Manuel Díaz de Terán es director de la División de Telecomunicación y Servicios de Altran España