«Todas las partes están en tensión, pero nadie mueve ficha por temor a que le señalen como responsable de violar el acuerdo», según declaraciones del líder opositor Ibrahim al-Idlibi recogidas por la agencia Reuters. El texto acordado por Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan no recoge la declaración de la zona de exclusión aérea, una de las exigencias de la oposición armada y de Ankara, pero los aviones permanecieron en sus bases al menos durante las primeras 24 horas.
Tanto en Turquía como en Rusia, los medios oficiales recibieron el acuerdo como un triunfo, pero con el mapa en la mano es Putin quien ha logrado que su aliado sirio recupere una parte importante de territorio en Idlib y se haga con el control de las dos autopistas claves que unen Alepo con Damasco (M5) y Latakia (M4), en este último caso se pondrá en marcha un corredor de seguridad que se extenderá seis kilómetros hacia el norte y seis kilómetros al sur y contará con patrullas conjuntas ruso turcas.
Al Assad mostró su «satisfacción» por un acuerdo que «contribuye a los esfuerzos para garantizar la soberanía de Siria y la unidad de su territorio, además de que pueden ayudar a preparar el ambiente para relanzar el proceso político». Según un comunicado difundido por la presidencia en Damasco «el cese de las hostilidades puede tener repercusiones positivas para el pueblo sirio en diferentes aspectos, incluidos el humanitario, social o económico, en el caso de que la parte turca se comprometa a ello».
«Escudo de Primavera»
Esta «calma tensa» del primer día de alto el fuego llegó después de unas últimas jornadas marcadas por la muerte de 34 soldados turcos en un bombardeo y la puesta en marcha de la operación ‘Escudo de Primavera’ por parte de Turquía. Desde entonces las fuerzas turcas han derribado tres cazas sirios, destrozado decenas de tanques y blindados, y “neutralizado” miles de soldados enemigos, esta es la fórmula que emplea el ministerio de Defensa en Ankara para hablar de muertos, heridos o capturados. La escalada de tensión obligó a Putin y Erdogan a reunirse y reforzar y actualizar los compromisos que ya adoptaron en Sochi en 2018.
El cese temporal de la violencia no supondrá el regreso de los 900.000 civiles desplazados por los combates, lo que se considera la peor ola de desplazamientos desde el inicio de la guerra. Sobreviven en campos improvisados a lo largo de la frontera turca y no parece sencillo que muchos de ellos regresen a las zonas de las que salieron, porque muchas de ellas han quedado arrasadas por los bombardeos y porque ahora pueden haber pasado a manos de las fuerzas leales al Gobierno. Turquía no les permite acceder a su territorio, donde ya da cobijo a 3,5 millones de sirios, y el plan de Erdogan es lograr una zona de seguridad en Idlib para realojar a estos refugiados.