Franz Vranitzky, el excanciller que terminó como muerto ‘fake’

Franz Vranitzky pertenece a una raza de socialdemócratas en peligro de extinción. Hijo de un fundidor del distrito obrero 17, en Viena, se pagó los estudios en la Universidad de Comercio Mundial trabajando como profesor de latín y como obrero de la construcción. Y todo esto mientras era miembro de la selección de baloncesto de Austria, con la que jugó 42 partidos. En 1962, con una carrera ya afianzada y trabajando para el Banco Nacional de Austria, tomó dos importantes decisiones en su vida: se afilió al Partido Socialdemócrata (SPÖ) y se casó con Christine, con la que tuvo dos hijos y a la que donó un riñón en 2005. Siempre siguió siendo fiel a esos dos matrimonios. Entró por primera vez en el gobierno en 1986, cuando su partido buscó una figura impecable que contraponer al escándalo ‘Waldheim’, por el que se supo que el secretario general de la ONU había sido un oficial nazi. Ese mismo año, cuando el radical Jörg Haider se hizo con el control del partido con el que formaba coalición, Vranizky renunció al poder y disolvió el Consejo Nacional, para emerger finalmente como líder mucho más fuerte en unas elecciones tras las que formó gobierno con los moderados del VPÖ. Logró retomar las relaciones bilaterales, tanto con Estados Unidos como Israel, introdujo a Austria en la UE y estableció nuevas relaciones con los países del Este. En su recordado discurso ante el Consejo Nacional, en 1991, solidificó el rechazo institucional a la tesis oficial, según la que Austria se había considerado desde el final de la II Guerra Mundial la primera víctima del Tercer Reich de Hitler. Vranitzky llamó a asumir la responsabilidad correspondiente. Y en 1997, cuando consideró que había hecho lo que tenía que hacer, renunció como presidente federal y como presidente del partido para propiciar el relevo y volver a ganarse la vida con su profesión. Este currículum explica que el pasado martes, cuando llegó al parlamento de Austria la noticia de su defunción, todos los partidos la acogiesen con pesar. De inmediato se anunciaron mensajes de condolencia y la primera sesión que tuvo lugar en el imponente edificio frente al Volksgarten, la de la Comisión de Asuntos Sociales, guardó un sentido minuto de silencio en su memoria. Incluso el Foro Kreisky, del que Vranitzky es fundador y presidente honorario, lloró su pérdida. Solo los periodistas de Viena que cubren habitualmente el SPÖ y los actos del Grupo de Trabajo de Política Económica Cientírica, en el que sigue Vranitzky trabajando en cuestiones de política económica con potencial de futuro para Austria, contrastaron la noticia. El hecho de que Vranitzky descolgase personalmente el teléfono a varias de sus llamadas facilitó en extremo el desmentido de la información, que había salido de una cuenta de Twitter, a la que de inmediato había concedido credibilidad la diputada socialdemócrata Gabriele Heinisch-Hosek, ministra entre 2008 y 2016 en las carteras de Educación, Arte y Cultura, Función Pública y Asuntos de la Mujer. Heinisch-Hosek pidió a los demás grupos parlamentarios un gesto conjunto y todos brindaron una respuesta solidaria que el desmentido difunto ha agradecido de todas formas. Varios medios austriacos han confirmado que t ras el bulo se escondía Tommaso Debenedetti , el mismo italiano que extendió en las redes sociales la noticia de la muerte de Benedicto XVI, del presidente sirio Bachar al Asad o del nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, demostrando una vez más que el único antídoto contra las ‘fake news’ son los medios que acreditan su prestigio desde hace décadas, incluso siglos.