El experto en Asuntos Exteriores del partido conservador, Norbert Röttgen, de 54 años de edad, registraba su candidatura minutos antes de que Merz pusiese un pie en el edificio y enviaba una carta manuscrita a AKK en la que le comunica que está firmemente convencido de que, este proceso de sucesión, «se trata de mucho más que la presidencia del partido y ciertamente no de los intereses de los individuos». «La situación es tan grave que se trata del futuro de la CDU y de lo que significa para la estabilidad de Alemania», dice la misiva, adoptando una postura de responsabilidad de Estado de la que Merz, al servicio del discurso de las medianas y grandes empresas alemanas ha adolecido hasta ahora.
Röttgen fue ministro federal de Medio Ambiente de 2009 a 2012 y en 2010 prevaleció contra Armin Laschet, el presidente de Renania del Norte- Westfalia y con el que la directiva de la CDU ha estado también tanteando una candidatura, en una encuesta de liderazgo. Cuando Merkel liberó a Röttgen del gabinete de ministros, se perfiló internacionalmente como presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Bundestag. Su candidatura obtendría el apoyo de Laschet, que controla la mayor delegación territorial de la CDU y puede plantar cara a Merz con solvencia dentro del partido. Falta por ver si se haría con el apoyo de las Finanzas y de la patronal.
Sobre la extrema derecha
La carrera por la sucesión, por tanto, modifica su parrilla de salida. Además de Merz y del ministro de Sanidad, Jens Spahn, está Röttgen. Y desde Baviera, los socialcristianos de la CSU están recordando que la presidencia de la CDU es cosa suya, pero que la candidatura conservadora conjunta a la Cancillería de Berlín debe ser consensuada por los dos partidos.
El presidente de Baviera, Markus Söder, cuyas intenciones latentes de salto a Berlín planean en el proceso de sucesión, ha insistido en que el «primer punto» que hay que aclarar será la posición sobre la extrema derecha AfD, que desea excluir por completo. Con un 40% de intenciones de voto en 2015, la CSU contaría ahora con el 26%, según el barómetro DeutschlandTrend del jueves pasado, de ahí que la estrategia de Söder pueda ser la de una huida hacia delante.
Culebrón en Turingia
Y mientras tanto, en Erfurt, la ciudad en la que estalló la insurgencia de diputados regionales de la CDU que votaron junto a los ultras de AfD en la elección de un presidente liberal, Kemmerich, que hubo de dimitir en menos de 24 horas, continúa el culebrón de una formación de gobierno que ha puesto del revés la política alemana. La última es una propuesta de Bodo Ramelow, presidente de Turingia desde 2014 hasta 2020 y del partido radical de izquierda Die Linke, ha formulado una propuesta formal a la CDU, un posible acuerdo para apoyar la investidura de una conservadora en Turingia, Christine Lieberknecht, propuesta envenenada porque pone a la CDU en la tesitura de contar con la izquierda radical o repetir elecciones, que posiblemente es lo que termine pasando.
A la reunión de hoy entre AKK y Merz, seguirán al menos otros dos encuentros. Uno de ellos, con Jens Spahn, y el otro con Armin Laschet. El camino hasta la designación del candidato y presidente del partido deberá acabar de definirse en la reunión de la ejecutiva de la CDU del lunes día 24. Se da por hecho que el plan inicial de AKK no saldrá adelante, entre otras cosas por el rechazo declarado de la CSU bávara. Los dos partidos del bloque conservador mantienen desde hace décadas la consigna de consensuar su candidatura y de no competir entre sí en las urnas. Las relaciones entre ambas formaciones no siempre han sido armónicas, Merkel tuvo que soportar fuertes presiones de la CSU por no cerrar las fronteras a los refugiados. Las direcciones de los dos partidos comparten, sin embargo, la norma de mantener el estricto cordón sanitario sobre AfD, partido con el que rechazan toda cooperación.