Erdogan llegó a Bruselas con la idea de pedir a la UE y a la OTAN más apoyo frente a Rusia en la guerra de Siria y por ello insistió en centrar en ese conflicto el punto de interés. «La crisis derivada de Siria, con sus aspectos humanitarios y de seguridad, amenaza a nuestra región e incluso a toda Europa y ningún país europeo puede permitirse el lujo de permanecer indiferente», dijo Erdogan al llegar a la OTAN. «Nosotros esperamos un apoyo concreto de todos nuestros aliados en la lucha que Turquía ha estado llevando a cabo sola».
Pero ni en la Alianza Atlántica hay planes para una mayor implicación en este conflicto ni en la Unión Europea ignoran que la inmensa mayoría de los que se hacinan ante la frontera griega no son sirios, sino gentes que huyen de otros lugares, sobre todo de Afganistán o incluso del Magreb, que intentan labrarse un mejor futuro en Europa.
En estos momentos, Turquía alberga a casi cuatro millones de refugiados, entre ellos muchos sirios que han encontrado una manera de integrarse en el país. En 2016, la UE acordó con Erdogan que correría con los gastos de esas asistencia humanitaria, pero también le prometió que los turcos podrían viajar a Europa sin visado, algo que no ha podido cumplir todavía.
Además de la reunión de Von der Leyen y el presidente del Consejo Charles Michel con Erdogán, el alto representante, Josep Borrell, mantuvo otro encuentro separado con el ministro turco de Exteriores, Mevlüt Çavusoglu, un despliegue poco frecuente en Bruselas.