Eso no ha impedido que el ministro del Interior turco, Suleyman Soylu, afirme estos días que son millares los refugiados que abandonan el país cuando las autoridades griegas han detenido, según las últimas noticias oficiales de la tarde de ayer, a un total de 252 personas. Son las que desde el pasado sábado hasta hoy consiguieron cruzar la frontera. Curiosamente no hay casi sirios: la mayoría son afganos (64%) seguidos por paquistanies (19%), turcos (5%), sirios (4%) y un 5% formado por iranies, iraquíes, marroquies, etiopes, egipcios y de Bangladesh. Soylu ha declarado también que 4.900 refugiados fueron rechazados en la frontera estos días, resultando heridos 164 personas, algo que nadie consigue confirmar. Los griegos afirman tambien que se impidió durante estos días la entrada de inmigrantes ilegales en 36.649 casos.
Ahora los miles de personas que se están instalando en tiendas de campaña a 800 metros de la frontera griega de Kastaniés, que sigue cerrada a cal y canto (ni siquiera con documentos legales puede cruzarse), siguen esperando. Como no se permite el acceso a periodistas en la parte turca, nadie sabe exactamente qué piensan hacer.
En las islas mas cercanas al Egeo no se han detectado en las últimas horas llegadas en embarcaciones, la mayoría grandes zodiacs, pero sí las hubo en los días pasados. Pero siguiendo la decisión del Consejo Gubernamental de Asuntos Exteriores y Defensa del pasado sábado, Grecia ya no aceptará durante un mes ninguna solicitud de asilo y por ello quienes lleguen ilegalmente al país desde esa fecha por mar a través de las islas o por tierra serán trasladados a un centro especial, un antiguo cuartel, en la provincia de Serres para su posterior expulsión.
En el bonito puerto de Mitilini, en Lesbos, ya se encuentra un enorme buque, el «Rodos», de la Armada griega, en el que van entrando quienes llegaron despúes del 1 de marzo para su transporte –se dice que hoy– hacia el puerto de Kavala para ir a Serres. Lo malo es que la población de la zona se opone ya a este centro, antes de su apertura.
El ambiente en las islas cercanas a la costa turca se ha enrarecido, dado que la población local no aprueba los planes del gobierno de crear nuevos campamentos de acogida o mejorar los existentes, agilizando el proceso de asilo para en menos de 4 meses conseguir que los inmigrantes sean considerados refugiados o expulsados. Y también protestan por la ayuda que prestan las ONGs en estas islas a los inmigrantes. «Lo que queremos es que vuelva la calma, solo con turistas y con los estudiantes de la universidad del Egeo ( Facultad de Ciencias Sociales y de Medio Ambiente)». Lo afirma Afroditi, que vende cerca del puerto, en el centro de Mitilini, uno de los mejores quesos locales, el «ladotíri». Y mira la cola de afganos que han solicitado asilo y que esperan ante los cajeros del banco cercano para retirar los 90 euros que reciben mensualmente.
Afroditi añade que lo que Lesbos quiere es «volver a concentrarse en sus actividades tradicionales. Porque lo nuestro es hacer y exportar nuestros quesos y embutidos, vender nuestro aceite que es magnífico. Ya esta bién de tener a tanto muerto de hambre aquí, que se vayan a otro sitio».
Los mas cínicos comentan que esperan la nueva ayuda prometida el martes por Ursula von der Leyen: 700 millones de euros de ayuda para la gestión de migración, una fuerza de Frontex formada por siete embarcaciones, dos helicopteros, un avión, tres vehiculos con vision termal y 100 guardas fronterizos más y ayuda para protección civil incluyendo equipamiento médico y tiendas de campaña.