La sinagoga fue pronto cercada por equipos de asalto de la policía y negociadores del FBI. Según aseguraron fuentes policiales a varios medios estadounidenses, el sospechoso había secuestrado a cuatro personas, incluido un rabino, que podría ser quien dirige la sinagoga, Charlie Cytron-Walker.
En su conversación con las fuerzas de seguridad y los negociadores, según informó ABC News, el sospechoso exigió para el fin del secuestro la liberación de Aafia Siddiqui, a quien calificó de su «hermana». Siddiqui fue condenada en 2010 por tratar de matar a autoridades estadounidenses en Afganistán durante su detención. La mujer, una neurocientífica paquistaní que estudió en el prestigioso MIT estadounidense, había sido detenido por sospechas de formar parte de Al Qaeda. Ahora cumple una sentencia de 86 años de prisión cerca de donde se produjo el secuestro, en la localidad de Carswell.
De momento, el secuestro no ha producido víctimas mortales ni fallecidos. El sospechoso, sin embargo, ha asegurado que está armado, que tiene bombas preparadas, y ha amenazado con matar a todos sus rehenes si alguien trataba de entrar en la sinagoga.
La portavoz de La Casa Blanca, Jen Psaki, aseguró que el presidente de EE.UU. Joe Biden, seguía de cerca la evolución de los acontecimientos. El gobernador de Texas, Greg Abbott, aseguró que era una situación «tensa con rehenes» y que las autoridades locales trabajaban con las del estado y los federales para conseguir «el mejor resultado posible».
Los incidentes violentos y atentados en sinagogas se han intensificado en los últimos años en las sinagogas de EE.UU. El más grave fue en Pittsburgh en 2018, cuando murieron once personas en un ataque a un templo judío. De hecho, este mismo verano, la sinagoga donde sucede el secuestro recibió formación para casos como este por parte de la organización Secure Community Network, que asesora a organizaciones judías para casos de ataques violentos.