Os recuerdo un poco mi historia, porque hace tres meses del último capítulo y muchos os habréis olvidado ya. En septiembre viajé a Estambul para someterme a un trasplante capilar en la clínica del Dr. Serkan Aygin. La operación salió muy bien y, tras las molestias del primer mes (no dormir bien, ducharse de manera especial…), lo peor ha pasado y ya se empiezan a ver los brotes verdes.
El cambio lo noté sobre todo a la vuelta de las vacaciones de Navidad. Yo, al fin y al cabo, me veo cada día ante el espejo y no percibo un cambio radical, pero quien dejó de verme durante un tiempo sí. Y ya os adelanto que, si os atrevéis a dar el paso y haceros el trasplante capilar, quien lo perciba os lo hará saber con cierta sorna.
En el último capítulo os comenté que tendría una revisión para ver cómo evolucionaba el trasplante. Y así fue. El doctor Aygin suele aprovechar las conferencias que da por toda Europa para pasar consulta con antiguos pacientes (y captar nuevos), así que cogí un AVE a Valencia y me planté allí un sábado por la mañana. Poco más de una hora de viaje desde Madrid, perfecto para una siesta.
Me avisaron desde la propia clínica de la visita a España del doctor, así que pedir cita fue sencillo. Un par de mensajes por WhatsApp, un cuestionario por internet y poco más: sobre las seis de la tarde de un sábado me volvería a ver. Por la mañana era la conferencia y, ya que estaba en Valencia, me acerqué más por curiosidad que por otra cosa. El tema a tratar era obvio y el público asistente se contaba casi más por pelos que por personas: hombres (y alguna mujer) preocupados porque su cabeza ya no estaba como antes.
Que por qué pasa, que cómo puedo solucionarlo, que si me hago un trasplante capilar se notará, que si duele y qué riesgos tiene la operación… Las preguntas que iban surgiendo eran las mismas que tenía yo antes de hacer el viaje. Las mismas que nos hacemos todos, porque la preocupación es común. Digamos que no me sentí solo… aunque yo ya había superado aquella fase. <iframe width=»100%» height=»315″ src=»https://www.youtube.com/embed/aCwB_xOb-tQ» frameborder=»0″ allow=»accelerometer; autoplay; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture» allowfullscreen></iframe>
Por la tarde fue la revisión. En la sala de espera todo eran comentarios «por lo bajini» y cuando alguien salía de la consulta, las miradas y preguntas se dirigían hacia él: «¿qué te ha dicho?»… «¿Cómo es?»… «¿Tiene solución?»… «Es que tú tienes pelo todavía, pero yo…»… Yo compartí mi experiencia… ¡y alguno me había leído! Me alegró poder ayudar, aunque solo fuera contando cómo fue.
La consulta con el doctor Aygin fue muy parecida a la de Estambul. Cogió un lápiz y examinó cómo estaba quedando todo mientras me preguntaba por la medicación y si había seguido el protocolo del que ya os hablé en capítulos anteriores. Unos 10 o 15 minutos para plantearle mis dudas; siempre a través de un traductor, claro, porque mi turco no es que sea avanzado precisamente. Vamos, ni avanzado ni básico. Inexistente.
Todo evolucionaba favorablemente. Mi pelo estaba empezando a coger fuerza y dejaría pronto de tener apariencia de «pelo de bebé». Además, la peor parte del «shock loss» ya había pasado, así que de ahí en adelante todo iba a ser crecer y crecer. He de reconocer que volver a escuchar de su boca lo del «shock loss» me tranquilizó, porque, aunque te digan una y otra vez que perder el pelo que te han puesto es normal al principio, nadie te quita los nervios hasta que lo compruebas por ti mismo.
Las pastillas, tus grandes amigas
Una de mis preocupaciones, que le hice saber al doctor y que más de uno me ha preguntado también después de leerme, es cuánto tiempo debo seguir tomando las pastillas. Y la respuesta no era tan fácil… «depende». ¿De qué? Del tipo de calvicie que tengas. Es decir, si tu problema es el estrés se puede solucionar tomando la medicina un tiempo y dándote un respiro, pero si lo llevas en los genes te puedes ir haciendo amigo de las pastillas porque te van a acompañar mucho tiempo. Tanto como quieras conservar el pelo.
¿Y eso cuánto supone para tu bolsillo? Pues bien, el Finasteride (la pastilla que te acompañará hasta los cincuenta y tantos, la edad con la que se deja de perder el pelo) cuesta unos 20 euros en la farmacia y la caja te vale para un mes. Necesitarás, por cierto, una receta médica, aunque no es un medicamento que cubra la seguridad social.
A ese gasto mensual le tienes que añadir el de las vitaminas que debes tomar durante un año tras la operación. El doctor Aygin recomienda algunas concretas, aunque también te proporciona otras similares por si no las encontraras. Yo seguí las indicaciones al pie de la letra y encargué el Pasulin desde Italia (en España no se comercializa), a razón de 25 euros el bote (te dura un mes), más diez euros de envío. Lo tienes que tomar durante un año entero, así que, si te da la economía, puedes pedir todas las pastillas de golpe y te ahorrarás una parte.
Con esto ya estamos hablando de 45 euros al mes, a lo que hay que sumarle Minoxidil, un spray que tendrás que echarte en el pelo durante 18 meses, que te costará cerca de 50 euros y te dará para unos tres meses. Vamos, que si coges la calculadora son unos 60 euros al mes durante el primer año, 35 euros los seis meses siguientes y 20 a partir de entonces. Todo sea por conservar el pelo; cuando te mires al espejo cada céntimo habrá merecido la pena.
Os seguiré contando…