En un solo día votan catorce estados y un territorio, de largo la jornada que más delegados reparte de todo el ciclo de primarias. Cada estado del país cuenta con un número de delegados en función de su peso demográfico y de su importancia para el partido demócrata. Son un total de casi cuatro mil delegados, que se reunirán en Milwaukee a mediados de julio para ungir a su nominado.
El candidato que consiga 1.991 votos se garantiza la nominación y la importancia del «Supermartes» está en que reparte en una sola jornada 1.357 delegados, el 34% del total.
Los estados más decisivos serán California y Texas, los que más peso de delegados tienen, pero también otros que son considerados «bisagra» y que pueden dar una buena idea de qué candidato está mejor preparado para una eventual batalla contra Trump, como Carolina del Norte o Colorado.
Los candidatos llegan al «Supermartes» tras un adelgazamiento repentino de la carrera. Hasta el pasado fin de semana, el favorito claro era el izquierdista Sanders, beneficiado por la fragmentación del voto moderado y aupado por una maquinaria electoral engrasada desde las primarias de 2016 y bien financiada. Las encuestas le siguen dando ventaja. En frente tendrá a un resucitado Biden, que se reivindicó como alternativa moderada con su arrollador triunfo en las últimas primarias, las de Carolina del Sur, a pesar de su mediocre desempeño en los otros tres estados que han votado hasta ahora (Iowa, New Hampshire y Nevada).
Biden mostró que tiene tirón en la minoría racial negra -el 60% del electorado demócrata de Carolina del Sur- y provocó que el resto de candidatos moderados abrieran paso: Pete Buttigieg, que ganó en Iowa y quedó segundo en New Hampshire, anunció por sorpresa su retirada el domingo; el lunes le siguieron Amy Klobuchar, cuya candidatura era inviable, y Beto O’Rourke, que se retiró hace tiempo pero tiene mucho peso en Texas. Todos han mostrado además su adhesión a Biden, lo que impulsa al ex vicepresidente con Barack Obama.
En los últimos cuatro días se ha producido una tormenta de adhesiones y contribuciones financieras a Biden, al que finalmente se le ve como la alternativa de Sanders a pesar de una campaña falta de energía y de su escaso brillo en los debates. El «establishment» demócrata no quiere a un socialista como Sanders al frente del partido: considera que asustará al voto moderado -tanto demócrata como republicano- en un eventual enfrentamiento con Trump y perjudicará al resto de candidatos demócratas en las elecciones al Congreso y a legislaturas estatales y locales.
Sanders, que en los últimos días ha atacado al «»establishment» corporativo y político», considera que la mejor manera de echar a Trump de la Casa Blanca es un movimiento enérgico y masivo que lleve a las urnas a una nueva generación de votantes, encabezada por jóvenes y minorías raciales, que quiera cambios auténticos en EE.UU.
Lo que está por determinar es si la reacción de Biden y el establishment llega a tiempo. Muchos estados, como California, han registrado millones de votos por correo, sin haber esperado a la creación de una alternativa moderada en torno a Biden.
La otra incógnita es el desempeño de Bloomberg, después de un inversión desconocida en la historia de las elecciones de EE.UU., y centrada en los estados del «Supermartes». El multimillonario neoyorquino ha asegurado que seguirá en la carrera con independencia de los resultados de hoy y que espera haya una convención dividida en la que él surja como candidato de consenso.
Los resultados empezarán a conocerse cuando cierren las urnas en estados como Vermont y Virginia (1am del miércoles en España) y se alargarán durante toda la madrugada. En el caso de estados como California se espera que los resultados tarden días o incluso semanas en oficializarse.